Cada año más de 400.000 centroamericanos intentan emigrar ilegalmente a Estados Unidos.
Por Revista Summa
El cierre de las escuelas derivado de la pandemia de la covid-19 en Centroamérica podría propiciar un aumento de la migración y el trabajo infantil, asegura la directora regional de Unicef para Latinoamérica, la hondureña Jean Gough, en una entrevista para la Agencia Efe.
Durante una visita por Guatemala y tras su paso inicial por Honduras, como parte de sus primeras encomiendas recién nombrada en el cargo, Gough, quien tiene más de 27 años de experiencia en Unicef, advierte que la deserción escolar, ante la falta de clases presenciales, es una de sus principales preocupaciones en la región.
«Creo que el trabajo infantil en la región puede aumentar. Si las familias no tienen los recursos por la pandemia, el niño puede estar más involucrado en trabajos de agricultura. Si la escuela está cerrada, las familias van a involucrar a los niños en los trabajos», subraya la directora regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Los menores, señala Gough, también podrían migrar e irse solos a Estados Unidos, un «impacto emocional» que es «muy alto» para los infantes, en su opinión.
La directora regional de Unicef agrega que «la escuela es algo que mantiene en el lugar (a los menores), y sin eso se animan las personas a tomar más aventuras que cuando no se tienen las condiciones» ideales de vida, especialmente en un istmo afectado por la covid-19 y por los huracanes Eta y Iota que tocaron tierra en noviembre pasado.
«La protección de los niños en general de la región es algo que vamos (en Unicef) a continuar trabajando, también en los esfuerzos de los gobiernos y temas más integrados», añadió.
Gough considera necesario «trabajar en la educación vocacional para que el niño sienta temprano que lo que aprende está sirviendo en situaciones prácticas» y reducir así la posible deserción.
LAS PRIORIDADES EN LA REGIÓN
Gough asimila, con poco menos de un mes en el despacho, que Unicef tiene cuatro prioridades para Latinoamérica y El Caribe: «educación y retorno al aprendizaje», «vacunación y sistemas de salud en general», «nutrición, agua y saneamiento» y, uno que, como describe la hondureña, «es aún un tabú»: la salud mental.
En su perspectiva, 2021 debe ser un año «de aceleración» y «realmente entender cuáles son los indicadores que bajaron», pues cada uno puede significar «muchos años» de atraso.
En cada tema prioritario, agrega, «podríamos ver retrocesos importantes que llevarán décadas (de inversión y trabajo)».
Unicef, indica su representante, «aboga para obtener US$42 millones para mejorar las condiciones de las familias» hondureñas, nicaragüenses y guatemaltecas, que fueron las más afectadas por Eta e Iota.
De ese total, «solo hemos conseguido obtener el 30 por ciento», reconoce Gough, quien ve fundamental la presión a los Gobiernos de Centroamérica, también, «para no tener retrocesos en educación y salud, en particular».
Después de diez años fuera de la región, la oficial hondureña dice que está consciente que «con la pandemia los retos se incrementaron y hay una necesidad de acelerar los programas para poder revertir los retrocesos debido a la pandemia».
Uno de estos retos que saltan a primera vista es el de «mejorar las condiciones en el origen» de las personas que integraron las caravanas que fueron disueltas en el departamento de Chiquimula, al este de Guatemala, la semana pasada.
«Sabemos que la violencia por las pandillas trae mucha inseguridad (en la región) y necesitaríamos apostarle a trabajar localmente a tratar de reducir la violencia en Honduras, Centroamérica y muchos países de Latinoamérica», concluyó.
De acuerdo a cifras oficiales, cada año más de 400.000 centroamericanos intentan emigrar ilegalmente a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida alejados de la violencia y la pobreza.
En muchos casos, los migrantes viajan acompañados de menores o los mismos infantes lo hacen en soledad bajo la tutela o guía de traficantes de personas.