La pandemia hizo visible la necesidad de fortalecer los sistemas locales de producción agroalimentaria debido a las dificultades que enfrentaron la comercialización y el suministro de alimentos.
Por Revista Summa
El extraordinario desarrollo tecnológico de la agricultura ha permitido aumentar de forma significativa los rendimientos productivos en los últimos años, en armonía con el ambiente. Gracias a ello hoy existen posibilidades de alimentar a toda la humanidad. Sin embargo, los alimentos todavía no llegan a las poblaciones más vulnerables en cantidades suficientes y quienes viven y producen en las áreas rurales no alcanzan, en muchos casos, una vida de bienestar.
Así, los grandes desafíos actuales que enfrenta la agricultura mundial –y que en tiempos de pandemia se han vuelto más urgentes- consisten en cómo llegar con los alimentos en volúmenes adecuados a todas las personas que los necesitan y cómo asegurar que quienes los producen accedan a una vida próspera en la ruralidad.
Este fue el principal tema de debate en la 12va. Reunión del Consejo Asesor para la Seguridad Alimentaria de las Américas del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), celebrada en forma virtual, en la que también participaron los Embajadores de Buena Voluntad del Instituto.
El Consejo Asesor fue conformado por el IICA como un ámbito para la reflexión y la generación de ideas ante los escenarios futuros, a partir de dos interrogantes fundamentales: hacia dónde va la agricultura en el mundo y en las Américas y cuáles son las implicancias de estas nuevas tendencias en la agenda de cooperación técnica del Instituto, procurando también proveer análisis y conocimiento a los Estados miembros en un contexto de alta incertidumbre.
El Consejo está integrado por personalidades de diez países con una trayectoria de grandes contribuciones al sector agroalimentario, tanto desde el ámbito político como académico.
Los Embajadores de Buena Voluntad del IICA, en tanto, comparten preocupaciones y compromisos para alcanzar un desarrollo sostenible y equitativo, uniéndose a causas que buscan aumentar la conciencia pública mientras trabajan por el desarrollo a través de proyectos relacionados con la seguridad alimentaria, la bioeconomía, las relaciones de género y juventud y la producción responsable, todos temas clave en la agenda del Instituto.
El médico psiquiatra y empresario argentino Hugo Sigman –precisamente uno de los Embajadores de Buena Voluntad del IICA- fue el expositor invitado en la reunión y no sólo se refirió al impacto de la pandemia en la seguridad alimentaria, sino también a la crisis sanitaria y sus consecuencias.
Sigman ponderó los avances realizados en la actividad agrícola, que a partir de novedades como mejoras en las semillas y la introducción de la siembra directa ha aumentado significativamente sus rendimientos, con un respeto por los procesos de la naturaleza que antes no existía.
“Esos avances necesitan ser consolidados y extendidos a la actividad ganadera, que todavía no tiene la misma eficiencia que la agricultura”, señaló Sigman. El empresario agregó que “es una ignominia que haya todavía gente que muera de hambre o está subalimentada, pero si seguimos por el mismo camino podemos mirar el futuro con optimismo”.
En su calidad de fundador y accionista de INSUD, conglomerado empresarial dedicado a las industrias farmacéutica, agroforestal, cultural y de naturaleza y diseño, Sigman también se refirió a las perspectivas sanitarias, ya que está al frente del laboratorio que producirá el principio activo de la vacuna contra Covid-19 que desarrollaron la Universidad de Oxford y la firma AstraZeneca para toda América Latina, excepto Brasil.
“Nuestra región va a comenzar a vacunar de forma masiva a finales de marzo o inicios de abril y es de esperar que para mitad del año próximo ya haya un gran número de personas vacunadas y que la vida vuelva a ser como fue antes de esta terrible pandemia. Necesitamos darnos la mano y abrazarnos”, dijo Sigman, quien rescató la extraordinaria cooperación que ha tenido lugar dentro del sector científico mundial para enfrentar la crisis.
En ese sentido, Sigman recordó que “el acuerdo que realizaron la Universidad de Oxford y la compañía AstraZeneca estableció que, mientras dure la pandemia, la compañía va a vender la vacuna sin obtener ningún beneficio. En mi experiencia de más de 40 años en la industria farmacéutica nunca vi un hecho similar. Es una decisión única e histórica”.
Así, “esta vacuna se va a vender en todo el mundo a entre 3 y 4 dólares, según los costos en cada país. Si uno la compara con el resto de las vacunas, la diferencia de precio es enorme. Y es aún más grande si se considera que el año próximo se van a aplicar en el mundo entre 7.000 y 10.000 millones de vacunas”, resumió el empresario.
Sigman consideró también que en una situación de emergencia como la que se vive en la región y en el mundo son necesarias políticas públicas que favorezcan un equilibrio entre la necesaria rentabilidad de quienes producen alimentos y los precios que pueden pagar los consumidores.
“No creo –afirmó- que la completa libertad de comercio de alimentos sea posible en situaciones extremas. La gran demanda de China de productos agrarios y carne ha hecho subir los precios en el último año, por lo que es imprescindible la intervención de los gobiernos para asegurar algo tan esencial como son la producción y el acceso a los alimentos”.
Integran el Consejo Asesor para la Seguridad Alimentaria de las Américas del IICA Silvia Sarapura (Canadá), Gloria Abraham (Costa Rica); Chelston Brathwaite (Barbados); Carlos Gustavo Cano (Colombia); José María Sumpsi (España), Cassio Luiselli (México); Elsa Murano (Estados Unidos); Martín Piñeiro (Argentina); Álvaro Ramos (Uruguay); Roberto Rodrigues (Brasil) y Eduardo Trigo (Argentina).
En tanto, son Embajadores de Buena Voluntad del IICA la empresaria argentina Susana Balbo, la senadora mexicana Beatriz Paredes, el científico Rattan Lal, co-ganador del Nobel de la Paz y Premio Mundial de Alimentación 2020; el Nobel de Economía Michael Kremer; Hugo Sigman; el exministro de Agricultura de Brasil, Alysson Paolinelli; el Presidente Ejecutivo de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma) de Colombia, Jens Mesa; y el CEO de Garden Pool, Dennis McClung.
Transferir conocimientos y tecnologías a pequeños productores
El profesor Lal, quien hace pocos días lanzó junto al IICA la iniciativa “Suelos Vivos de las Américas”, llamó la atención acerca de que la pandemia hizo visible la necesidad de fortalecer los sistemas locales de producción agroalimentaria debido a las dificultades que enfrentaron la comercialización y el suministro de alimentos. En ese sentido, también hizo hincapié en que es momento de enfocarse en la transferencia de conocimientos y tecnologías a los pequeños productores de las Américas –que son más del 80% de los agricultores de nuestro continente-, con la prioridad en que sus alimentos sean cada vez más nutritivos y contengan las proteínas y minerales necesarios para una vida saludable.
Las enormes transformaciones tecnológicas que están teniendo lugar en la ruralidad fueron un tema central en el debate. El actual escenario genera la necesidad de políticas que faciliten la inclusión en la digitalización del agricultor familiar y las empresas cooperativas, que compiten en los mismos mercados que el resto de las empresas agroalimentarias.
Silvia Sarapura, académica en sistemas agroalimentarios de la Universidad de Guelph (Canadá) preguntó acerca del rol presente y futuro de los agricultores familiares y los espacios de innovación local, en medio de los grandes cambios tecnológicos que están teniendo lugar en la actividad agropecuaria.
Sigman respondió que, de acuerdo a su experiencia, los cambios deben hacerse progresivamente. “Hay que conjugar las nuevas tecnologías con las tradiciones productivas y culturales desarrolladas durante muchas generaciones en cada zona rural. Hay que ir de a poco; no se pueden imponer los cambios de manera brusca”.
Para Álvaro Ramos, exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, la mayor cobertura y conectividad que existe hoy en territorios rurales de América Latina y el Caribe abre una perspectiva interesante.
“Es un tema que estamos discutiendo desde hace 30 años en la región, pero la mayor oportunidad para la transferencia tecnológica la tenemos hoy, ya que la digitalización puede llegar en forma más eficiente y más barata que nunca antes a los pequeños productores”, afirmó.
Los cambios culturales que vienen de la mano de la introducción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación también fueron objeto de discusión.
Dennis McClung advirtió acerca de la necesidad de que tanto el sector público como el privado apoyen a los líderes locales que están tomando la iniciativa en los distintos países, ya que se trata de los aliados más creíbles y confiables que existen para transmitir la necesidad de modernización en las prácticas agrícolas.
Son los agricultores familiares los actores fundamentales de la producción agroalimentaria de las Américas y quienes deben ser empoderados. “Se debe ayudarlos a resolver las dificultades que enfrentan facilitándoles la tenencia de la tierra y el acceso a la tecnología y al crédito, pero no hay que tratarlos como si no supieran producir, porque lo saben muy bien. Estamos convencidos de que los agricultores familiares son parte de la solución y no del problema”, cerró el Director General del IICA, Manuel Otero.