La combinación de «dificultades económicas» y «estresores no económicos», experimentados durante la crisis de Covid-19, podría representar un riesgo sustancial para la recuperación de las poblaciones.
Por Ismael Cala
Las «heridas» permanentes que podría dejar el Covid-19 en la salud mental preocupan a las autoridades médicas y gubernamentales. A priori, no parece ser lo más urgente, mientras sigan muriendo personas, haya
hospitales desbordados y las pérdidas económicas sean incalculables. Sin embargo, sería un error no contemplar todas las variables de un fenómeno que dejará graves desafíos, entre ellos el estrés y la ansiedad postpandemia.
En una entrevista en mi show de televisión, esta semana, el gran productor y compositor Emilio Estefan hizo hincapié en «el momento mental de la gente, que es muy depresivo», por el aislamiento y las dificultades económicas derivadas de la pandemia.
«En este momento difícil, tenemos que estar más enfocados. Y los latinos debemos jugar un papel importante en la recuperación de este gran país. Y debemos compartir con la gente que más lo necesita», dijo Emilio.
Su preocupación es pertinente. Un reporte de la consultora McKinsey asegura que la combinación de «dificultades económicas» y «estresores no económicos», experimentados durante la crisis de Covid-19, podría representar un riesgo sustancial para la recuperación de las poblaciones y las organizaciones, y por lo tanto exige una atención urgente.
La propia familia Estefan ha permanecido aislada de sus hijos, según contó Emilio. «El ejemplo del distanciamiento tiene que empezar en casa. Ellos lo hacen para cuidarnos», indicó.
Entonces recordé lo que veo a diario a mi alrededor: personas que no cumplen las recomendaciones u obligaciones legales, y ponen en riesgo a sus familias y a toda la comunidad. Hay gente que no entiende otro
lenguaje que el del toque de queda o la multa. Las restricciones gubernamentales son importantes en el control del coronavirus (y en países como EEUU, Venezuela, Nicaragua o Brasil han fallado, por razones distintas), pero, ¿dónde queda la responsabilidad individual?
«Es incorrecto e inmoral tratar de escapar de las consecuencias de los actos propios», decía Mahatma Gandhi.
En Estados Unidos, una encuesta de Gallup revela que solo el 44% usa siempre mascarilla, y el 27% no se la pone nunca. Es reveladora la historia de dos peluqueras de Misuri, que atendieron infectadas a 139 personas: ellas y sus clientes llevaban máscara, y nadie más resultó contagiado.
Afortunadamente, el presidente Trump ha rectificado, y ahora dice que es «patriótico» llevar tapabocas. Veremos cuánto dura su nueva posición. Usted, donde quiera que esté, adopte sus propias medidas, para detener esto lo más pronto posible, mientras llegan las vacunas. La protección individual es la salvación de todos.