El Régimen de Zonas Francas en Costa Rica ha contado con un rol protagónico en la diversificación de la oferta exportable y la transición hacia una cadena de valor más sofisticada.
Por Carlos Wong Zúñiga, Presidente de la Asociación de Empresas de Zonas Francas de Costa Rica.
Costa Rica cuenta con grandes desafíos no solamente en el ámbito de la salud, sino que también posee grandes retos a nivel económico, los cuales se han intensificado ante la pandemia por COVID-19, alcanzado cifras alarmantes y mostrando indicadores poco favorables en el corto y mediano plazo. Las medidas de confinamiento y la recesión económica mundial han incidido directamente en los niveles de producción, en gran parte porque la contracción del intercambio de bienes y servicios en el marco internacional, ha golpeado fuertemente la actividad de los principales socios comerciales del país.
Costa Rica, al contar con una economía abierta y pequeña, ha quedado expuesta al impacto que ha provocado esta crisis sanitaria mundial, lo cual ha sido sin duda uno de los detonantes más fuertes en la pérdida del dinamismo en sectores claves que durante años han impulsado el crecimiento del país, y han permitido la evolución de la estructura productiva como lo son el comercio y los servicios, los cuales para el mes de mayo de este año, según el más reciente Informe del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), elaborado por el Banco Central de Costa Rica, presentaron una caída del 17,1% y 8,4%, respectivamente, este último primordialmente por la reducción en la prestación de servicios relacionados a la industria turística.
El escenario se agrava aún más al contemplar la coyuntura a lo interno, en donde muchas familias costarricenses han sufrido pérdidas significativas en su capacidad de compra y pago, principalmente del incremento en la tasa de desempleo que hemos presenciado en los últimos meses, lo que, a su vez, ha afectado negativamente los niveles de consumo e inversión. Bajo este inestable panorama, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha reconocido en su tercer estudio económico para Costa Rica, la importancia de mantener y reforzar el compromiso con la apertura comercial, la cual ha sido esencial para la atracción de importantes flujos de inversión extranjera, que a través del tiempo han pasado de sectores de bajo valor agregado a sectores como manufactura avanzada y servicios de tecnologías de la información y comunicación.
El Régimen de Zonas Francas en Costa Rica ha contado con un rol protagónico en la diversificación de la oferta exportable y la transición hacia una cadena de valor más sofisticada, que ha hecho al país más competitivo ante los ojos del mundo y ha generado cuantiosos efectos positivos para la sociedad costarricense. Por ejemplo, para el año 2018, la contribución absoluta del régimen correspondió al 7,9% del PIB, generó 6 de cada 10 nuevos empleos formales creados en el país, y más del 45% de las de las compras realizadas fueron hechas a proveedores nacionales, generando así importantes encadenamientos productivos.
Este régimen especial es uno de los pilares más importantes con los que cuenta la economía costarricense. Ha destacado por la transferencia de conocimiento y tecnología, capacitación del talento humano, la implementación de mejores prácticas empresariales, y por ser una herramienta para la activación de la dinamización de la economía.
Por este motivo, las empresas de zona franca son una pieza fundamental en la ruta hacia el crecimiento y la recuperación económica de Costa Rica. Un sector que, incluso durante difíciles tiempos de pandemia, ha velado por la continuidad de sus operaciones, la salud de sus colaboradores, el trabajo de la mano de entidades públicas e instituciones académicas para el combatir los efectos negativos de la pandemia, promoviendo así medidas de higiene y salubridad, generando empleo, y procurando por el bienestar de los y las costarricenses.
Creemos que el país debe trabajar en soluciones que dinamicen el comportamiento de la economía, el crecimiento del empleo, y la generación de oportunidades sostenibles para las y los costarricenses. Para esto, se deben de fortalecer las estrategias de atracción de IED, que propicien las condiciones adecuadas para la operación de las empresas y el clima de inversión. En esta materia, el país debe orientar grandes esfuerzos en realizar mejoras regulatorias, simplificación de trámites, incremento de la productividad, fomento de los encadenamientos productivos, reducción de los costos de producción, especialmente tarifas eléctricas, flexibilidad laboral, capacitación del recurso humano, e inversión en tecnología.
Ante los retos que enfrentamos como país, es de suma importancia que todos los actores de la dinámica nacional procuremos el bienestar del ecosistema económico, y las empresas de zona franca serán un factor esencial en este camino hacia la recuperación y el progreso. Desde AZOFRAS, nos encontramos trabajando fuertemente para que las empresas sigan creyendo en las ventajas que ofrece el país, por lo que debemos seguir manteniendo un ambiente propicio para que más empresas elijan a Costa Rica para desarrollar sus operaciones.