Las cadenas y otros restaurantes prestigiosos de Nicaragua decidieron cerrar de manera parcial, por tres o cuatro semanas.
Por EFE
Quedar para comer en un restaurante en Nicaragua se está volviendo una tarea cada vez más difícil. Un tercer año de recesión económica, combinado con el incremento de la curva de contagios de COVID-19, ha provocado el cierre parcial o total de la mayoría de establecimientos.
La oferta de restaurantes en Nicaragua, que parecía tener un crecimiento imparable hasta hace dos años, ya no es lo que era. Plazas que reunían a algunos de los establecimientos más visitados por las noches en Managua hoy combinan luces encendidas con puntos oscuros y, si es de día, a veces hay que ver por el cristal para saber si están operando.
Datos de la Cámara Nicaragüense de Restaurantes (Canires) indican que el 70 % de este tipo de negocios, la mayoría pequeños o medianos, ha cerrado sus puertas desde 2018, año en que ocurrió la llamada “insurrección cívica” contra el presidente Daniel Ortega, quien afirma que sufrió un “golpe de Estado fallido”, que dejó manifestantes presos, muertos o desaparecidos, y más de 100.000 en el exilio, según organismos humanitarios.
Sucesos violentos, recesión económica y pandemia, una cosa tras otra, y tras otra, han hecho que una parte de dueños de restaurantes se decidan por guardar las mesas. El 25 % de ellos probablemente no volverá a servirlas, teme Canires.
CADENAS INTERNACIONALES
Los últimos en agrupar las sillas fueron algunos de los restaurantes que pertenecen a grandes cadenas internacionales, como Pizza Hut, TGI Fridays, o Buffalo Wings, que han decidido atender solamente para llevar, pedidos a domicilio o por internet, en su estrategia por contrarrestar la propagación del coronavirus.
“La salud de las familias nicaragüenses y nuestros asociados es nuestra máxima prioridad”, informaron en diferentes comunicados, que coincidieron en la misma frase.
Las cadenas y otros restaurantes prestigiosos de Nicaragua decidieron cerrar de manera parcial, por tres o cuatro semanas, siguiendo las recomendaciones de las asociaciones médicas del país, que han advertido que la curva de contagios está en ascenso y “amenaza con agravarse en los próximos días y semanas, con terribles y funestas consecuencias”.
Otros restaurantes mantienen sus mesas desplegadas, pero en sus redes sociales invitan a los clientes a que hagan sus pedidos desde casa para que no tengan que exponerse a la COVID-19 saliendo a la calle.
El llamado de los médicos y de los dueños de restaurantes parece estar haciendo efecto.
Ejemplo de esto son los “food curts” de los centros comerciales. Antes eran tan populares, que algunos edificios tuvieron que ser rediseñados para dar más espacio a dichas áreas, pero hoy se muestran vacías. Ni siquiera el 30 de mayo pasado, Día de las Madres, alcanzaron a llenarse.
POR ECONOMÍA O POR LA PANDEMIA
Mientras, el panorama económico se muestra poco optimista, al menos para este año. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2020 el PIB de Nicaragua tendrá una caída del 5,9 % a raíz de la COVID-19. Antes de la pandemia el Gobierno estimaba un crecimiento del 0,5 %.
En el área de la salud, los expertos tampoco ven una situación mucho mejor.
Miembros de la Asociación Médica Nicaragüense, del Comité Científico Multidiscipinario, y de la Unidad Médica Nicaragüense sostienen que, si las autoridades mantienen su plan de no seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al país le tomará más tiempo que a otros superar la pandemia de COVID-19.
Más allá de que el Gobierno se mantenga sin aplicar restricciones y promover las aglomeraciones, sea por la crisis económica o por la pandemia, en Nicaragua todos los caminos conducen a comer en casa.