Empresas que inspiran en la región. Edición Octubre 2024
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150 mujeres poderosas en negocios de América Central y Rep. Dominicana 2023

Mar 8, 2023 | Mujeres, Noticias de Hoy

Revista SUMMA
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Si bien la brecha de género se redujo en la mayor parte de la región, según informa el Foro Económico Mundial, aún hay que trabajar para que las mujeres tengan mayores oportunidades de practicar un liderazgo transformador.

POR Carolina Barrantes

Rigoberta Menchú, activista guatemalteca y premio Nobel de la Paz; Cristiana Figueres, costarricense que lidera la lucha contra el cambio climático en foros internacionales; y Marisol Argueta; salvadoreña que actualmente es la directora para América Latina del Foro Económico Mundial. Esos son solo tres ejemplos de nombres que resuenan a nivel mundial que evidencian tanto el enorme impacto que tienen las mujeres cuando trabajan con pasión por una causa como el gran potencial del liderazgo femenino que hay en la región.

El Informe Global de Brecha de Género 2022, elaborado por el Foro Económico Mundial, revela que la región de Latinoamérica y el Caribe ocupa el tercer lugar entre ocho en cuanto a paridad de género. Además, a nivel de América Central, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Panamá registran avances con respecto al 2021, lo cual impacta positivamente tanto a las mujeres y sus familias como a las economías locales.

“La mayor participación laboral de las mujeres, al mismo nivel que la de los hombres, podría estar asociada con aumentos en el PIB per cápita, desde 16% en El Salvador hasta un 25% en Guatemala”, afirma Marina Bassi, líder del Programa de Desarrollo Humano del Banco Mundial.

¿Qué está impulsado este cambio positivo?

Los gobiernos del Istmo han promovido leyes y reglamentos para garantizar la igualdad de derechos, combatir la discriminación y el acoso sexual en el trabajo y establecer el derecho a la lactancia materna, entre otros temas claves.

A ello se unen propuestas innovadoras que aportan al bienestar de la primera infancia, mientras liberan tiempo y promueven la autonomía económica de las mujeres, como: la Red Nacional de Cuido, la Ley de Cuido y las Licencias de Paternidad de Costa Rica; la Política Nacional de Envejecimiento y del Adulto Mayor 2021-2050 de Honduras; la Reforma a la Ley 50 de 1995 de Panamá (establece que toda institución pública o privada donde hayan más de 20 mujeres trabajadoras debe contar con una sala de lactancia); y el establecimiento de salas cuna en varias instituciones de El Salvador.

“Todos estos son avances necesarios para revertir la injusta organización social del cuidado, una de las desigualdades estructurales en la región”, sostiene Ana Güezmes, directora de la División de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

No obstante, aún hay muchas barreras por derribar. Para muestra estas cifras: de los 193 países que son Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas, solo 28 están gobernados por mujeres. A nivel mundial, las mujeres representan solo el 21% de los ministros, el 26% de los parlamentarios y el 34% de los puestos electos en los gobiernos locales.

“La participación de mujeres en espacios de poder, ya sea en el ámbito público o privado, es fundamental para desarmar estereotipos de género y avanzar hacia sociedades más igualitarias”, afirma Güezmes, sin detenerse sobre otros beneficios importantes: “La trayectoria de mujeres al frente de empresas suele servir de inspiración a otras mujeres, además de que redunda en que las organizaciones tengan mayor competitividad, más desarrollo y más productividad. Es decir, la igualdad de género en el mundo laboral no solo vela por un derecho humano, sino que optimiza el talento de los equipos y mejora el clima laboral de las empresas”.

¿Por qué es importante abrir espacios para que cada vez más mujeres encabecen equipos, proyectos y asuman posiciones de toma de decisiones?

Hay características muy particulares que hacen que el liderazgo femenino sea catalogado como“transformador”, entre ellas las siguientes:

Empatía y orientación hacia las personas. Las mujeres líderes tienden a ser sociables, expresivas y logran establecer vínculos estrechos, lo que impulsa el compromiso de los demás hacia objetivos de la empresa o un proyecto en específico.

Predisposición al cambio. Poseen un estilo innovador, orientado a las personas, flexible, comunicativo y persuasivo.

Tendencia a cooperar. Impulsan de forma más natural el trabajo en equipo por medio de la inclusión y contención activa de las personas. Además, promueven el orden en la ejecución de procedimientos.

Capacidad innata de pensar y operar en diferentes direcciones al mismo tiempo. Esto ofrece una ventaja a la hora de tomar decisiones ágiles y afrontar crisis.

Capacidad de negociación.

Procuran una relación ganar-ganar en las negociaciones y fomentan el debate colaborativo, algo clave en la coyuntura actual que demanda líderes más solidarios, flexibles y cooperativos.

Practican el liderazgo horizontal.

Dirigen de forma inclusiva, fomentan la participación y comparten información y poder con quienes lidera, por lo que lo- gran crear y fortalecer identidades grupales.

Predominio emocional. Son capaces de considerar el lado “humano” de los individuos por lo que generan altos niveles de empatía.

4 retos latentes

Complementar las reformas legales sobre licencias por maternidad y paternidad con la expansión de la oferta de servicios de cuido de calidad.

Seguir invirtiendo en el capital humano para que las mujeres y los hombres del mañana conti- núen impulsando el progreso de la región.

Promover el aprendizaje de carreras y habilidades relacionadas a la tecnología ya que tendrán un importante impacto en el futuro del trabajo en América Central. Actualmente, en todos los países del área (excepto en Panamá), las mujeres están menos representadas que los hombres en las carreras y programas terciarios en áreas STEM.

Abordar seriamente el tema del financiamiento de las políticas y sistemas integrales de cuidados para asegurar su sostenibilidad, en un contexto marcado por altas inflaciones, proyecciones de bajo crecimiento económico y significativos incrementos de la deuda pública.

K

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